Son muchas las parejas (y l@s solter@s) que no llevan una vida sexual plena y satisfactoria.
Es algo que podemos averiguar a menudo en nuestra consulta: las personas nos hablan de falta de deseo o de deseos que no están en resonancia con los de la pareja, de dificultad en llegar al orgasmo, en mantener la erección, de una sexualidad insatisfactoria o aburrida.
Leyendo los libros sobre sexualidad, autoayuda, buscando en internet o en las revistas, parece que la solución resida en técnicas milagrosas, maneras distintas de hacer las cosas, aumentar o diferenciar los estímulos, nuevas posiciones, juguetes eróticos… qué más?
Las causas aparentes de estos problemas pueden ser muy diferentes y las soluciones propuestas muchas, pero en la mayoría de los casos hay un tema en el fondo que casi siempre pasa desapercibido y que realmente está a la raíz del problema.
Es algo muy simple y muy complejo al mismo tiempo y cuando falta este ingrediente, ninguna técnica, posición o nuevo juguete podrá realmente aportar cambios profundos y duraderos: se llama presencia y se manifiesta a través de la sensibilidad corporal y emocional y de la escucha de sí mismo y del otro.
Que quiere decir eso? Escuchar significa antes de todo darse cuenta con precisión de lo que está pasando en ti y en tu pareja, a nivel físico y emocional, en cada instante de la relación intima.
Todos pensamos ser capaces de hacerlo pero, por ejemplo, percibir cada centímetro cuadrado del cuerpo y darnos cuenta de como cada emoción se refleja en la respiración y en la relajación, la tensión y en el movimiento de cada músculo, es una capacidad, una verdadera arte que puede que ser recobrada solo con la practica y con en el tiempo.
Vale la pena hacerlo porqué cambia por completo la sexualidad, con nosotros mismos y con el otro, las sensaciones son más intensas, profundas y crece la capacidad de dar y recibir placer.
La relación intima se vuelve algo creativo, una danza donde no hay algo que lograr, no hay preliminares, no hay un después.
Pocas personas se han sentito realmente acogidas y escuchadas en su vida intima y cuando eventualmente lo han experimentado, en la mayoría de los casos han pensado que todo el mérito era de la persona con la cual estaban viviendo dicha experiencia y/o de los sentimientos que los unían.
En realidad, es posible percibir que puede funcionar también al revés: la atención plena, la presencia, nos lleva al Amor, un Amor que no tiene nada que ver con el amor romantico, que no tiene proyectos futuros ni se funda en el pasado o en una historia.
Esencialmente, esto es lo que nosotros enseñamos y ofrecemos en nuestras sesiones individuales y de pareja: un entrenamiento a la presencia, a la escucha, a la sensibilidad corporal y emocional, a través de herramientas concretas, que nos permita vivir nuestra sexualidad (y nuestra vida en general) de forma realmente plena, libre y gozosa.
Nos hemos dado cuenta de que, para eso, necesitamos acompañar a la persona en una experiencia fundamental para su propio proceso: la de sentirse escuchada antes de todo ella misma, por completo, fisicamente y emocionalmente.
Si nadie nunca le ha regalado esa posibilidad, muy difícilmente podrá ofrecerla a otros en sus relaciones.
No es fácil explicar como se pueda vivir algo tan pleno e intenso en el ámbito de una relación terapéutica.
Tampoco es habitual imaginar la posibilidad de entrar en una profunda intimidad emocional y también corporal (aún si no sexual en la manera corriente de entender esta palabra) con alguien que no conocemos mucho y que probablemente tampoco nos atrae (ni de hecho tiene por que o tiene interés en esto).
Pero sucede, de forma muy gradual y respetando las necesidades y las circunstancias personales de cada una de las personas que se acercan a nuestras sesiones, es posible favorecer la creación de espacios de apertura, de desbloqueo físico y emocional, de percepción corporal profunda, de intimidad inocente y libre.
Cuando estos espacios se abren, la persona que se permite vivirlos también realiza que ha podido hacer la experiencia porqué todo este potencial ya estaba presente en el o en ella, que no depende de las circunstancias externas o de la existencia de una “historia de amor” o del hecho de encontrar alguien especial, como siempre nos han contado.
Entonces puede seguir nutriendo y cultivando este estado de presencia, plenitud y gozo en solitario o compartiéndolo en pareja, en las relaciones y en todos los ámbitos de su vida.
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