Habéis visto alguna vez bailar salsa en Cuba? Una maravilla de sencillez y espontaneidad. Pocas figuras básicas que varían fluida y instintivamente. No se necesita hacer acrobacias para bailar bien y ni siquiera conocer 100 figuras.
Hacer el amor es la misma cosa: es una danza.
O, por lo menos, debería ser una danza: bailada al ritmo de las emociones y de la respiración, con espontaneidad, por instinto. Sintiendo nuestro cuerpo y escuchando el cuerpo del otro, sin ni siquiera darse cuenta de esto a nivel racional.
Hay un número infinito de posturas que se pueden adoptar haciendo el amor.
En el Kama Sutra se enumeran 64 posiciones. Pero este texto hindú, escrito en los primeros siglos después de Cristo, habla de muchos otros asuntos además del tema, a veces demasiado considerado, de las posiciones.
Algo parecido pasó con los textos fundamentales del tantrismo (el Kama Sutra no es un texto tántrico): se dirigen a todo el espectro de la vida humana, los sentidos, el cuerpo, las emociones, las relaciones, la tristeza, la felicidad, el Espacio, el estremecimiento.
Pero el Tantra es conocido sólo como sinónimo de sexo sagrado. ¡Qué tontería!
Para el Tantra todo es sagrado, cada ser viviente, cada cosa, cada fenómeno.
Del escremento al corazón, de la ira a la santidad. Todas son expresiones del Espacio. Y el Espacio es todo lo que es, podríamos llamarlo Dios.
Ciertamente no es un Dios humanizado, con la barba y el ojo que todo lo ve.
Ciertamente no es un Dios que crea o que juzga. Pero hablaremos más de esto en otro momento, si queréis.
Volvemos al tema de las posiciones para decir que, en absoluto, son mucho menos importantes que nuestra capacidad de seguir el ritmo, de sentir y de fluir en el movimiento.
Y esto es algo que nadie nos suele explicar y que por cierto no se ve en las pelis o en Internet.
A menudo, partes enteras de nuestro cuerpo están bloqueadas: prácticamente no se mueven, y si lo hacen, no hay fluidez, son rígidas.
La columna vertebral puede llegar tener la misma movilidad de un pitón. No en el sentido de que se pueda enrollar en sí misma, sino que puede y debe mantenerse fluida siguiendo la respiración.
Y con la columna, la pelvis también debe poder bailar. La mayoría de los hombres (y de muchas mujeres!), por lo menos en Occidente, tienen una pelvis semi-bloqueada.
Les enseñaron que contornearse es algo de niñas y reaccionaron bloqueandolo todo, justo para no equivocarse!
Personalmente, he desarrollado la fluidez con la Tandava, una danza-meditación de la tradición Shivaita. Junto con el masaje de Cachemira son las dos prácticas fundamentales que proponemos en nuestros seminarios. Son dos herramientas muy potentes y eficaces. No quiero decir que sean los únicos caminos que conducen a la espontaneidad, a la sensibilidad y la fluidez.
Laura y yo los proponemos sólo porque los hemos experimentados en nosotros mismos, nos parecieron eficaces y hemos visto muchas personas transformarse gracias a ellos.
No son prácticas finalizadas a hacer el amor, están destinadas a la totalidad de la vida, a fluir con el todo. Pero, por supuesto, también tienen un efecto en la esfera sexual, afectiva y emocional.
¿Hay una posición mejor que otra para hacer el amor?
¿Mejor para qué? ¿Para lograr qué?
Ya hemos dicho que el objetivo de hacer el amor no es el orgasmo. No porque no sea importante, sino porque cada momento es importante en sí mismo y no hay que llegar a ningún lado, no es necesario cumplir con ningún propósito que no sea el de estar fluidamente en la espontaneidad y en el placer.
Cada posición, por lo tanto, se adaptará a ese momento único que estamos viviendo.
Siempre recordando que estamos danzando, fluyendo en el espacio, con el cuerpo y las sensaciones.
Con estas premisas entonces, lo único que uno puede preguntarse con respecto a una posición, es simplemente:
– Se puede mantener de una manera relajada?
– La pelvis de los dos amantes se puede mover libremente?
– Los brazos, las manos son libres de moverse? Pueden acariciar el cuerpo del otro? O las necesito para sostener el peso de mi cuerpo o del cuerpo del otro?
– Es placentero para mi y para la otra persona?
Una pequeña anotación al margen: no quiero decir que siempre tenemos que hacer el amor en un estado de relajación perfecta. Los momentos de tensión y de pasión abrumadora son perfectamente lícitos y agradables, pero hacer el amor no es sólo eso.
Y además, si aprendemos a escuchar a nosotros mismos y al otro, también nos encontraremos en momentos de calma y de extrema lentitud, que nunca es desjunta de la intensidad.
La maravilla, como siempre, está en la presencia y en la fluidez.
El aburrimiento está en la mecanicidad, en los automatismos.
SIEMPRE la única regla válida es que NO HAY REGLAS.
Darse cuenta, sin embargo, que lo que nos puede parecer transgresión desenfrenada puede convertirse en nada más que otro tipo de automatismo, de esquema, de máscara.
Queriendo hacer la comparación usual: la pornografía, en su aparente libertad, es la cosa más trivial y predecible que se puede imaginar. Las posiciones son siempre las mismas, las que mejor muestran la mercancía, y además siguen siempre en el mismo triste orden!
¡Qué aburrimiento!
…seguiremos con el asunto en el próximo post.
Practicad, querida gente, practicad!
Axel Cipollini con la supervisión de Laura Orsina
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Muchas gracias por vuestro blog y vuestros posts. Hermosos e inspiradores, gracias.
Querida Cris,
gracias a ti, por tus palabras y por tu trabajo maravilloso!
un beso grande,
Laura